viernes, 27 de marzo de 2009

Lo que nunca se dice


Hay cosas en la vida, que simplemente nunca decimos. Bien por miedo a la respuesta, bien porque pensamos que por decirlas en voz alta van a ser más o menos ciertas, bien porque simplemente no nos atrevemos o bien porque pensamos que podremos solucionarlo antes de que sea irreversible.

Si algo he aprendido en estos últimos meses, es que NUNCA hay que callarse nada. Vale, puede que algo sea tan, tan grave que cueste decirlo. Puedes pensarlo durante días, sí, pero al fin y al cabo es mejor decirlo. Y por supuesto, no taparlo con mentiras. A ver, omitir no es malo, mentir SI.

Y ¿por qué digo todo esto? Porque a veces todos necesitamos un poco de franqueza por parte de los que nos rodean. Necesitamos esa sinceridad que a veces no encontramos, necesitamos que nos digan qué estamos haciendo mal (y ya si de paso nos ayudan a hacer las cosas bien, vamos, la hostia). Siempre me he sentido orgullosa de ser una persona franca y sincera, aunque a veces eso no me haya favorecido mucho. Pero creo que es importante en la vida, y más si hablamos de una amistad.

Hoy en día la amistad está sobrevalorada (en cuanto a cantidad se refiere). Hace unos años, cuando todos eramos un poco más peques, tú estabas contenta con tus 3 amigas, te lo pasabas pipa, los fines de semana dormíais todas en una mini habitación como sardinas en lata y al día siguiente llegabas a casa y le contabas a tu madre lo bien que te lo habías pasado con "A", "B" y "C". Pero hoy...hoy las cosas son muy diferentes. Hoy en día, si no tienes más de 20 amiguit@s del alma eres un friki, o un rarito o asocial. (Pero claro, ya me dirás como metes a tus 20 amiguit@s del alma en una habitación, más que sardinas ibais a parecer japoneses en el metro a hora punta).

Claro, que habría que establecer unas diferencias. Mientras que antes, cuando tenías un problema, "A", "B" y "C" estaban ahí para ayudarte en lo que fuera, ahora primero debes elegir entre "A" y "S", y después esperar a que alguno te haga caso. Todos son muy amigos hasta que tienen algún problema, entonces los tíos se llaman cabrones entre sí y las tías zorras. A la mínima nos echamos cosas en cara, decimos todo aquello que nunca nos atrevimos a decir por miedo a una posible exclusión social, y lo peor de todo es que ya incluso nos inventamos barbaridades con tal de dañar al otro.

¿De qué sirve tener tantos "amigos"? ¿Cuántos son, en realidad, amigos de verdad? Mi madre siempre me han dicho que los amigos se cuentan con los dedos de una mano...y yo puedo decir que sí, conocidos tengo muchos, pero amigos...me sobran dedos.

Por eso creo que los pocos amigos que tenemos, debemos cuidarlos pase lo que pase, debemos apoyarlos siempre y no darles la espalda a la primera de cambio. Quizá algún día las cosas cambien y lo que un día no quisimos/pudimos evitar, luego no seamos capaces de volver a construirlo.

1 comentario:

  1. LO mismo digo, conocidos tengo muchos, de esos que solo piensan en fiestas...pero amigos, amigos de verdad, que te apoyen cuando lo nesecitas...pocos o casi ninguno. Besos

    ResponderEliminar